- Nebilim
¿Existe vida rol después de los treinta?
Existía una época en mi vida en la que era joven, despreocupado, algo iluso, fantasioso y con bastante tiempo libre. En definitiva era adolescente, y tenía amigos adolescentes de la misma índole. Uno de ellos nos presentó un día los juegos de rol; algo ya había oído yo sobre los susodichos juegos, y hasta el momento no me entraba en la cabeza como podía ser aquello, pero molaba, era divertido, nos juntábamos en grupo para fantasear aventuras... Crecimos con ello, incluso hubo un momento en que el grupo creció y montamos una asociación de rol en el centro cultural del barrio, pero los años pasaban y por circunstancias que no vienen a cuento entre las que se incluyen estudios, novias, resacas del viernes por la noche (incompatibles con partidas los sábados por la mañana), desgana o pasión desaforada por jugar el fútbol los domingos (nunca lo entendí demasiado bien) el grupo se fue desgajando. Cada uno a su manera seguía siendo un friki, pero cada vez menos tiempo jugando al rol, wargames, cartas y similares.
El caso es que después de unos añitos en la facultad, otros tantos de noviazgo, algún viaje de estudios al extranjero y el comienzo de la vida laboral, esa pasión por jugar los sábados por las mañanas y ponernos en la piel de bárbaros y magos de nivel 20 se fue apagando. Para algunos desapareció totalmente, otros descubrimos que por Internet podías estar al día de novedades y juegos; sin darnos cuenta hemos cumplido treinta años, estamos casados, felices, esperando un hijo y con bastante poco tiempo libre. Echo de menos esa faceta lúdica de mi vida en la que te juntabas en torno a una mesa a lanzar dados, y no me vale el Monopoly, echo de menos que el tablero tenga zombies, dragones u orcos y que cada jugador tenga características y desarrollo personalizadas, pero me encuentro que de todo el grupo solo dos o tres seguimos siendo igual o más frikis que entonces y aún con estos ya te cuesta juntarte. Tu pareja no lo vive igual que tú, por lo que intentas introducirla en el mundillo, tarea que 3 de cada 5 veces está condenada al fracaso o a la incomprensión. Aparece una luz en tu cabeza que indica que, a partir de los 30, tus jornadas ludico-roleras se van a espaciar todavía más en el tiempo.
Piensas en Internet, que hay de todo, y buscas algún tipo de metadona friki con la que poder decir que sigues estando al día de novedades roleras y juegos, pero es casi peor el remedio que la enfermedad porque descubres todo ese mundo de novedades que parecen estar fuera de tu alcance y no vas a poder disfrutar en grupo como debería ser. Igual eres de esos que tienen la suerte de seguir viviendo a los treinta como cuando tenían veinte, pero seguramente has entrado en la dinámica en la que tu lado lúdico, en muchas de sus facetas, se ha echado a un lado para dar paso a otros menesteres. No me entendáis mal, uno está ilusionado y vive feliz estos nuevos menesteres, ya en forma de esposa, trabajo, hijos o hobbies ajenos al rol y su mundillo, pero siempre mira de reojo la posibilidad (remota) de poder volver a ponerse en la piel de aquel aguerrido bárbaro, o de pilotar un caza estelar, o incluso impedir el nuevo advenimiento de Cthulhu. Y es que uno ha sido friki, y sigue siendo friki.
Ya tengo más de treinta tacos, en los últimos cinco años he jugado dos partidas de rol, cuatro (contadas) de juegos de cartas y los juegos de ordenador los tengo olvidados. Mi ludopatía friki está resentida, pero a pesar de todo, uno sigue buscando huecos para poder mantener vivo ese vinculo rolero. Y es que, amigos míos, hay rol después de los treinta. Poco, y espaciado, a veces demasiado, pero si eres friki, eres friki.
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