La barbarie es el estado natural de la humanidad [...] La civilización, en cambio, es artificial, es un capricho de los tiempos. La barbarie ha de triunfar siempre al final.
Robert E. Howard, Más Allá del Río Negro.
La barbarie es un concepto que suele fascinar a la gente, no porque nos sintamos inclinados hacia una vida más salvaje y dura o porque la moralidad nos parezca un concepto a transcender. La idea de romper las reglas establecidas, reglas que normalmente son utilizadas a favor de individuos más poderosos que nosotros o que protegen a aquellos que merecen un castigo por sus actos, suele despertar en nosotros un deseo de justicia natural más allá de penas y castigos, y es ahí donde la barbarie reside y se hace un nido en nuestras mentes. Por ello, no nos debe extrañar que, desde que existen los juegos de rol, siempre se ha incluido al personaje que no está de acuerdo con el estatus quo, que no desea seguir las normas, que se siente un extraño en una tierra decadente. Es ahí donde encontramos al bárbaro, nacido y criado en tierras salvajes donde se ha regido por las reglas naturales y que de pronto nota los grilletes de la civilización alrededor de su cuello.
Sin embargo, es cierto que hay algunos individuos que suelen quedarse en lo superficial del bárbaro, en la idea de que lo que define a un extranjero de tierras salvajes son sus fornidos músculos y su deseo de sangre y muerte. Es por ello por lo que donde puede haber una vasta historia que explorar, ellos ven a una masa de fuerza gigantesca, y donde uno se podría fascinar con las ideas que podría traer el personaje perteneciente a una sociedad que sus compañeros nunca han conocido, ellos ven que están muy mazados porque tienen furia cuatro veces al día y con el hacha a dos manos hacen 36 de daño por turno. Es por ello por lo que me gustaría hacer este artículo con el fin de echarle una mano a aquellos jugadores que quieren crear una historia interesante para su bárbaro, una idea que deje fluir los orígenes salvajes y desencadenados del PJ. Del mismo modo, tampoco espero sentar cátedra con este artículo ni acusar a los jugadores que prefieren una idea más simple de estar haciendo algo más. Sin más dilación, afilemos el hacha, resguardémonos en nuestras capas de piel de lobo y marchemos a yermas llanuras en busca de fortuna y gloria.
Los hombres civilizados son más descorteses que los salvajes.
Eres un extraño, un viajero de tierras muy lejanas. En tu hogar el alimento no es un derecho, sino la justa recompensa tras la dura caza y el esfuerzo de la siembra, donde has tenido que depender de los miembros de tu aldea con la misma necesidad que ellos de ti, donde el hambre y la nieve se llevan a la gente al otro mundo sólo cuando no queda leña que quemar ni ciervos que dar muerte. Puede parecer una escena dura, y así lo es, pero es por ello por lo que te extraña aún más la llamada “justicia” de aquellos que se consideran superiores a vosotros. ¿Cómo pueden cortarle una mano al pobre hombre que tan solo robó un mendrugo mientras el dueño de la tienda muestra una oronda barriga? ¿Acaso debe morir igual que los vagabundos de las calles que piden frente a almacenes de comida llenos de carne y vino? ¿Y qué me decís de los burócratas que tergiversan papeles para obtener propiedades de gente que no tiene dinero ni para apelar, de los padres que venden a sus hijas en matrimonio con el fin de aumentar más aún su fortuna, de los mercaderes que se mofan de los pobres y les insulten sin miedo a que le saquen la espada? La civilización está podrida, y por mucho que ellos te consideren una bestia, un horror que no tiene cabida en una sociedad iluminada como la suya, tú ves con claridad dónde se encuentra el verdadero monstruo dentro de las murallas.
Tomemos como ejemplo el relato
Bajo esta hacha, reinaré de Robert E. Howard. En ella, se nos presenta una conjura contra Kull de Atlantis, bárbaro y rey de Valusia tras una revolución, el cual a su vez se presenta frustrado al verse forzado a cumplir las antiguas leyes que le impiden gobernar como desea. Tras conocer a una pareja que no puede casarse debido a la ley y sobrevivir al atentado contra su vida gracias a la ayuda del novio, Kull, malherido y agotado, alza su hacha contra las tablas sagradas y las rompe en mil pedazos, proclamando que él gobernará acorde a sus propios principios y abandonará toda ley injusta y cruel.
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“Bajo esta hacha, reinaré”. Ilustración de Jun Bob Kim. |
Un bárbaro ha crecido en una sociedad en mitad de la naturaleza, lo cual conlleva a que el código moral y legal de estos pueblos se base, probablemente, en unas cuantas máximas que no deben romperse. Del mismo modo, el haber vivido en círculos cerrados de gente, la inexistencia de castigos complejos o la falta de un gobierno compleja lleva a que cada uno se tome la justicia por su propia mano, por lo que es muy probable que una mala palabra o el negar la ayuda a un compañero pueda acarrear desde la rotura de un hueso hasta la misma muerta. También debemos tener en cuenta que nuestro bárbaro sentirá rechazo hacia muchas leyes y normas, o incluso puede aceptarlas en algún caso y obviarlas en otro según las experiencia que haya tenido durante su vida. ¿Tienes hambre y quieres robar el templo en busca de barateras? ¿O acaso deseas desenvainar tu espada cuando uno de estos perros osa insultarte solo por tu origen? Haz tu propio código, síguelo como quieras y jamás dudes en la veracidad de las leyes que hombres menores que tú escribieron en tablas más viejas que el polvo que las cubren.
Los tesoros más allá de mi tierra.
Otra idea fundamental que han llevado consigo la mayoría de las historias de bárbaros ha sido el hedonismo, el deseo de experimentar placeres desconocidos y la búsqueda de tesoros y maravillas que pueblan el mundo. Los bárbaros viven en grupos cerrados, donde el único contacto con el exterior se da durante las guerras y el pequeño comercio con tribus vecinas. Imagina no haber tenido nada durante tu vida más allá de las pocas pieles que cubren las paredes de tu choza y el agua de los ríos que guardas en pellejos y, de repente, descubres cosas tan simples como son los dulces, las especias, los artistas callejeros o las melodías suaves en las noches cálidas de verano. Obviamente es algo fascinante y desearás probar todo lo que este mundo te puede ofrecer, ya sea para tu deleite o para tu desgracia.
Hay miles de historias ficticias sobre bárbaros que buscan tesoros y placeres como Thongor de Lemuria, quien buscó la gloria durante toda su vida y bebía hasta que no podía más, por lo que en este caso me gustaría dar un ejemplo del mundo real, siendo el más claro y simple el de los mongoles. Quizás no se nos venga a la cabeza la idea de un guerrero en armadura que dispara su arco mientras monta a caballo, pero este pueblo arcaico y criado en las frías estepas conquistó a base de sangre y fuego la mayoría del continente asiático, y durante sus viajes tomaron todo lo que el mundo pudo ofrecerles. Las yurtas se llenaron de seda, las cantimploras de vino de arroz y los guerreros embadurnaron sus armas y sillas de oro y plata hasta que su vasto imperio cedió bajo su propio peso.
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“Hunos durante la Batalla de Chalons”, grabado del siglo XIX. |
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También podemos ver el mismo ejemplo en los pueblos escandinavos, especialmente en la actual Dinamarca y Noruega, que utilizaron las viejas rutas comerciales para saquear y robar las costas del norte de Europa y, con el tiempo, llegaron hasta la actual Estambul. A su vez, también podemos observar en muchas de sus sagas historias de hombres que deciden hacerse un nombre por sí mismos y buscan tesoros inalcanzables para otros o una hazaña que les conviertan en leyenda, como hizo Beowulf al derrotar a Grendel y su madre o cuando derrotó al dragón que asoló su reino y le llevó a su muerte.
No todos los aventureros tienen que buscar venganza o cumplir los propósitos de su dios. Quizás solo te interesa vivir la vida en todo su esplendor y disfrutar de lo que tiene que ofrecer, quizás solo quieres disfrutar de todo aquello que era desconocido para ti antaño. Bebe vino, disfruta de la música de los laúdes, hueles los inciensos y vapores de las tiendas, ama a quien desees, mata a quien se ponga en tu camino y disfruta antes de que debas unirte a la fría tierra. Pero a la vez que el placer puede resultar una bendición, también puede llevar a una persona a que se pierda en sí misma, y es posible que la borrachera constante y la fiesta imparable acabe por costarte cara. La pregunta es, ¿serás capaz de sobreponerte a tus propios instintos o tus deseos te llevarán a tu propia perdición?
De grandes pesares y grandes melancolías.
Ya hemos hablado del bárbaro que se opone al orden establecido y que disfruta de la vida, pero no nos olvidemos de que, al abandonar tu hogar, abandonas todo lo que una vez conociste. Por muy horrendas que fueran las montañas cubiertas de nieve o los ojos de las bestias que brillaban en el oscuro bosque, esa misma tierra fue el lugar donde tus padres te criaron, donde diste tu primer beso, donde aprendiste a usar las armas y donde la gente se regía por tus mismos valores. Así mismo, una vida dura puede llevar a duras pérdidas, y no es de extrañar que en las constantes luchas tribales o en los asedios de los pueblos civilizados bajo el nombre de colonización hayas perdido a gente que te importa, gente que formaba parte de ti y sin la cual ahora la vida ha tomado un tono más grisáceo.
Tomemos por ejemplo al más conocido de los bárbaros, Conan. Cierto es que describió su tierra natal, Cimmeria, como un lugar muerto y estático donde la gente vive con la fatalidad del destino y que por ello decidió abandonarla, pero el mundo civilizado no solo le ha traído placeres, sino que también ha experimentado los mayores sufrimientos y desconsuelos. Ha sido traicionado, esclavizado y torturado. Ha perdido botines, guerras, compañeros de guerra y, lo más importante, ha perdido a la gente que amó. La madre de Conan murió cuando dio a luz y Conar, su padre y único familiar, falleció durante las luchas contra Vanires y pictos. Belit, la reina de la Costa Negra, el primer amor de su vida murió porque Conan no estaba allí para defenderla. Incluso cuando se convirtió en rey de Aquilonia y la vida parecía haberle vuelto a sonreír, su mujer, Zenobia, murió durante el parte de su hijo Taurus e hizo que el monarca de piel bronceada y barba de plata empezara a notar la tristeza de la vida y la crueldad de la muerte. Da igual cuantos tesoros consiga, da igual cuantos hombres se unan a sus empresas, algo así marca a una persona, y es por ello por lo que se le conoce como el gigante melancólico.
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“Conan el Bárbaro”, de John Milius |
Vuestro bárbaro puede ser una persona feliz y dicharachera, alguien que no pare de soltar bromas y de hacer el tonto cuando la situación lo merezca, pero cuando sus compañeros están dormidos y las brasas de la hoguera estén a punto de apagarse, ¿qué es lo que pasa por su mente? Puede llenarse de momentos felices del pasado: el lago donde se bañaba cuando era niño, los entrenamientos de espada dirigidos por su hermana mayor, las cenas junto al fuego rodeado por su familia. A lo mejor son escenas más tristes: un amigo cuya garganta tiene una flecha que la atraviesa, un marido que yace en la cama víctima de una enfermedad desconocida e incurable, las llamas que consumen las tiendas que ocuparon sus compañeros de horda. ¿Qué es lo que echa de menos tu bárbaro? ¿Qué es lo que ha perdido al abandonar el salvajismo o qué es lo que le llevó a abandonarlo? Pregúntatelo y medita sobre cómo esto ha dejado su marca en sus espaldas recias y cubiertas de cicatrices.
¿Ya puedo empuñar el hacha?
Hay muchas más puntos que podrían interesar a la hora de crear un bárbaro, como puede la idea de una religión simplificada, la visión del mundo y la guerra con una perspectiva diferente o el sentimiento de responsabilidad y estoicismo que llevan consigo las dificultades de la vida. Sin embargo, creo que hablar de ello nos llevaría demasiado tiempo para obtener una conclusión que ya considera suficientemente extensa y, como ya he dicho anteriormente, no quiero sentar cátedra ni forzar a nadie a pensar como yo.
Me doy satisfecho si este artículo os ha servido para ayudaros durante la creación de vuestro nuevo personaje, os haya brindado una nueva perspectiva a la barbarie o simplemente os incita a buscar obras en las que estos hombres y mujeres toman el papel protagonista y se lanzan a la aventura y la conquista. Espero que mis palabras estén presentes en vuestra cabeza al coger vuestro sistema de confianza, o incluso os lleve a probar algunos juegos más inclinados a los bárbaros como pueden ser Bárbaros de Lemuria o el sistema de Conan Modiphius, que pronto verá la luz en España de la mano de la editorial Holocubierta.
Tomad entre vuestras manos la pesada hacha de dos cabezas, el yelmo encornado cuyas runas crean una imagen visceral y lanzaos a la lucha junto a los gritos de guerra que una vez llenaron las colinas en las que nacisteis. Ahora pienso sentarme en mi sofá y tomarme una buena cerveza fría mientras leo
Camino sin Retorno de Andrezj Sapkowski, pero espero que cuando acabe y entre en mis redes sociales de confianza, encuentre vuestras opiniones y mis ojos brillen bajo las llamas de las piras funerarias de vuestros enemigos.