Muchas veces cuando jugamos a rol intentamos emular nuestras historias y géneros preferidos, con aventuras que suelen tener en común la presencia de grandes y memorables villanos. En el rol funcionan bien los clichés y nuestros villanos suelen ser la contrapartida o la "copia-homenaje" de esos mismos villanos de la ficción o de la misma Historia.
Esta serie que aquí se inicia es un sentido y afectuoso reconocimiento a esos villanos del mundo de los juegos de rol sin los cuales nuestras aventuras no serían posibles. Esos que aparecen en nuestras partidas e intentan fastidiar de todas las maneras posibles la vida de nuestros sufridos personajes, esos que tanto hemos disfrutado eliminando con la espada de nuestros PJs en el mejor de los casos, y que nos han dado cuerda para tantas batallitas roleras para sufrimiento de la audiencia.
Strahd von Zarovich
Empezamos con un clásico en esto de la villanía en el rol: el homenaje al conde Drácula que parieron Laura y Tracy Hickman en el módulo de aventura Ravenloft que TSR publicó en 1983. Situado (por unos señores con otro blog) en un muy meritorio número 3 de los más grandes villanos en la historia de D&D tras Acererak y Lolth; algo cuestionable cuando menos según nuestra opinión.
Qué mejor momento para reivindicar su figura ahora que se ha reencarnado y rejuvenecido en la aventura Curse of Strahd para D&D 5ª edición, una revisitación del módulo original con algo de contenido extra.
El citado módulo supuso un cierto hito en la historia del rol por un acercamiento muy diferente al que tenían las aventuras de D&D por aquel entonces. Se podría decir que fue el precursor de las aventuras de D&D más centradas en una historia y menos en un lugar, como luego fueron la saga de Dragonlance o los numerosos adventure path de Paizo que a día de hoy han superado las 100 entregas; aún así su castillo se ha convertido en todo un símbolo en el diseño de juegos de rol, con una mezcla de entorno viviente y laberinto capaz de conducir a la muerte o a la locura a un gran grupo de aventureros.
El vampiro Strahd es un cruel monstruo inhumano, y esto es algo que ya dicen los Hickman en la introducción. Señor de Barovia, un territorio dentro del semiplano (un mini-mundo para que se entienda) del horror Ravenloft, una especie de corta y pega de muchas temáticas góticas de terror en un continente multicultural bastante locuelo donde un territorio iba de momias, otro de licántropos... Ya sabemos que a los roleros nos encantan los estereotipos y las mezclas como la sangría.
Todos los dominios de Ravenloft, incluída la misma Barovia, están rodeados por una niebla desde la que llegan gentes de otros planos de existencia y a través de la cual es imposible huir. Dicen que los Vistani (los zíngaros de Ravenloft) parecen tener una poción que permite cruzar la niebla, y que si alguien intenta cruzarla para huir de Barovia se ahoga a menos que retroceda. En esta última iteración parece que el resto de Ravenloft ha sido engullido por las nieblas y no hay mención al resto de dominios.
Todos los dominios de Ravenloft, incluída la misma Barovia, están rodeados por una niebla desde la que llegan gentes de otros planos de existencia y a través de la cual es imposible huir. Dicen que los Vistani (los zíngaros de Ravenloft) parecen tener una poción que permite cruzar la niebla, y que si alguien intenta cruzarla para huir de Barovia se ahoga a menos que retroceda. En esta última iteración parece que el resto de Ravenloft ha sido engullido por las nieblas y no hay mención al resto de dominios.
Strahd es un vampiro muy poderoso, casi inmortal en sus dominios y prácticamente imposible de exterminar si se cruza en el camino de tu PJ. Mató a parte de su familia y cada cierto tiempo busca a una mujer que nace en Barovia y es la viva imagen de su amada Tatyana, enamorada de su hermano y a la que lleno de celos tiró por un acantilado como colofón a la boda de ella con Serguei, el joven hermano de Strahd. Eso si que es entender mal el romanticismo, o entenderlo al más puro estilo gótico.
Le encanta jugar con los aventureros que caen en sus dominios. A veces busca algo que estos poseen y por eso los atrae a su territorio: muchas veces es su sangre, otras quiere que le hagan alguna misión. Será por eso que siguen publicando la misma aventura una y otra vez: su inmortalidad, su desgracia cíclica y su tenacidad para permanecer vivo en cada edición de D&D.
Merece con mucho ser la primera entrega de esta serie. Es un enemigo inteligente y actúa tanto de manera frontal como cuando los personajes menos lo esperen; buscará las debilidades, incidirá en atacar la herida abierta o sembrará el odio y el desconcierto entre los aventureros. Su ubicuidad en Barovia es temible; parece tener ojos y oídos en todas partes. Es capaz de aparecer como un murciélago y marcharse convertido en un misterioso humo negro. Y encima ya está muerto, pero obliga a los jugadores a pensar mucho en como convertirle en un muerto de esos que no dan la lata. Cualidades que no se encuentra en un cubo gelatinoso de CR20 o en un político.
Cuídate de ese malnacido. Ha salido de su ataúd y ha puesto la música a tope en Barovia, posiblemente algún tema de Christopher Lee. Pregunta en la posada por el último mago loco errante que quiso cuestionar su autoridad. Eso y mucho ajo, que dicen que funciona. Yo en cualquier caso, no me arriesgaría: prefiero mantenerme alejado de sus dominios. Me mareo al ver la sangre, especialmente si es la mía propia.
De aquella época cuando jugaba AD&D la semi campaña donde terminamos arrastrados a Batovia por culpa del paladín psicótico super fanático que creía ser capaz de acabar con Strahd, fue de las mas disfrutables, sobretodo cuando arto de sus pendejadas que nos arrastraban una tras otra a situaciones bastante bizarras, le backstackee y le entregamos el cuerpo semi paralizado al conde para que desayunará
ResponderEliminar