Mis primeras partidas jugando a rol y consejos para el recién llegado

Hace aproximadamente 9 años un amigo me invitó a participar en la campaña a la que jugaba. Y desde entonces sigo jugando a rol. Fue una invitación por sorpresa pues no sabía ni que se reunían todos los domingos para continuar con su campaña. Del rol sabía poco o nada: sólo sabía que quería aprender y descubrir. Las promesas de vivir cientos de aventuras sin límites eran ciertas y aquí estoy, escribiendo este artículo.

Si todavía no sabéis lo que es un juego de rol os invito a leer este artículo, si ya los conocéis o al menos os suena de qué va todo esto, continuad.

Tenía 17 añitos y llamé a la puerta de una conocida del instituto. Esa semana la partida se hacía en su casa. Entré y me senté con el grupo. Me presentaron al resto de compañeros y me dieron una hoja de personaje. Allí debía poner el nombre de mi personaje y seguir los pasos que me iban indicando, haciendo que esa hoja de personaje quedase llena de información que iba a emplear durante la partida. La hoja o ficha de personaje quedó como el típico menú de “status” (o “estadísticas”) de los videojuegos que tanto me gustaban. Atributos, habilidades, ventajas y talentos, eran conceptos que ya conocía.

<< Vale, ¿y ahora qué? ¿Qué hago? >>

Me quedé callada y expectante a lo que ocurría. Porque claro, no sabía cómo se jugaba. Afortunadamente el Director de Juego me asignó a un jugador como mi “mentor” para que resolviese mis dudas, pero aun así solo actué en combate explicando como tensaba mi arco o como prefería quedarme en la retaguardia.

Y no pasa nada por no saber qué hacer. Por alguna razón hay gente a la que le agobiaría esto. La realidad es que la mejor forma de aprender es escuchar. Observar, tomar nota mental de lo que hacen los demás y poco a poco ir sumergiéndose en la partida. Cada mesa de rol juega diferente, usa fórmulas y recursos que les permiten jugar de manera más cómoda.

Conozco gente que es de acción; solo abre la boca para decir qué quiere que haga su personaje. Otra gente disfruta describiendo con detalle lo que hay a su alrededor y cómo interacciona con el medio. Ambas formas de jugar con correctas y pueden darse en la misma mesa.

También es correcto quedarse callado. Sí, lo es.

Después del primer contacto quise repetir. Así que el domingo siguiente fuimos a otra casa. Ahora ya sabía cómo se jugaba (al menos lo básico) y tomé parte en los planes. Porque en los juegos de rol se puede hablar con el resto de jugadores para ello o bien, hablar con un personaje a través del tuyo. Mejor lo segundo siempre, pero actúa como te sea más cómodo o como te pida el resto de la mesa. Ya dijera que cada grupo de juego es diferente.



Ideamos una estrategia bastante absurda pero efectiva para derrotar a un enemigo mucho más poderoso que nosotros. Le tendimos una trampa. Porque los juegos de rol se basan en eso, en la colaboración y en el trabajo en grupo. La interactuación entre personajes y la creación de lazos entre ellos es fundamental. No se puede forzar jamás. Al final sale solo. Si no es en la segunda partida ya será en la tercera, cuarta o quinta.

Después de esa partida fue entonces cuando me fue pareciendo normal aquellas trágicas historias de amor entre personajes. Matrimonios y rupturas. Venganzas familiares y reconciliaciones. Eran tramas que nacían, se desarrollaban y morían a lo largo de meses y meses de quedar todas las semanas.

Lo que había en común en todas ellas era una cosa: el interés. Piénsalo por un momento. Jugar a rol es una actividad totalmente voluntaria. Nadie te obliga a jugar pero vas al punto de reunión cuando te avisan y te dicen de quedar. Es porque quieres hacerlo y el resto también. Porque lo que sucede en la partida te gusta, te tienta o te entretiene.

Habrá elementos que surjan en partida que te cautiven y son elementos sobre los que vas a interactuar e insistir. Cuando te explican grandes batallas o dramas amorosos es porque surgieron de la motivación: partida a partida fueron surgiendo semillas que germinaron porque los jugadores lo hicieron posible.

Como los juegos de rol se basan en la comunicación, explica durante o después de la partida qué te ha gustado de ella o lo que no te ha gustado, eso siempre es un primer paso. Eso siempre y cuando te sientes cómodo y hay ambiente propicio para ello. El Director de Juego podría tomar nota y satisfacer tu interés y el interés que tengas en común con los demás jugadores.

Cada personaje no jugador, enemigo, localización, rumor o tesoro con el que te encuentres es una oportunidad de empezar una trama. El Director de Juego los pone ahí muchas veces porque quiere que pase algo. A veces de manera muy evidente. Otras veces no hay una intención oculta, sino que simplemente ha puesto allí algo que a ti sí te ha llamado la atención. Interactúa con ese elemento, no te olvides de él y haz que los demás tampoco lo olviden: pregunta por esa espada misteriosa al más sabio de cada pueblo al que lleguéis, acepta ese compromiso a cambio de superar una heroica y posiblemente letal búsqueda, presenta ofrendas a todos los altares de un dios del que desees su bendición… es decir, muestra interés por lo que sucede en el mundo de ficción.

Como ya os dijera, los juegos de rol son colaborativos: ayuda a tus compañeros a que consigan sus objetivos y ellos te ayudarán a ti. Eso reforzará vuestros lazos y dará a su vez nuevas tramas.

Lo malo de continuar en medio de una campaña es que no me explicaron el objetivo de los personajes o qué conflictos debíamos solucionar e iba dejándome arrastrar, sólo sabía que debía ayudar a mis compañeros. Pero a la primera de cambio un personaje amigo me asesinó y me robó mis poderes. Era algo que se permitió y se consideró legítimo, por lo que me creé otro personaje y ale, de vuelta al juego. Me frustré, pero continué porque después de todo, es un juego y jugar a rol me gustaba.

Hasta que cambié de grupo no supe realmente que los personajes podrían tener su propia historia. Su pasado, sus sueños y motivaciones. Porque en la campaña yo era solamente una invitada y no se me había dado oportunidades para que mi personaje fuese un alguien. Así que el cambio fue para bien, desde luego.

Se me dio la oportunidad de crear un personaje y su trasfondo: se me preguntó qué hacía allí, en el punto de partida de la campaña. BUM. Estallido neuronal. Tuve que inventarme un pasado, inventarme detalles de un personaje que empezaba de 0 y en aquel momento, de sopetón y sin práctica.

A pesar de todo fue una grandísima experiencia y lo mejor fue enlazar ese trasfondo con el de los demás. Con eventos que coincidían o eran consecuencia uno del otro. Por eso me gusta saber qué personajes se van a crear los demás jugadores y nunca crearlo en la soledad de mi casa. Ya no era que durante la partida se iba a forjar relaciones, sino que había una base de trabajo por el que empezar. Sin pasarse, tener una base sólida de cómo es tu personaje y qué tiene o no en común con los demás me parece obligatorio y mejora la experiencia en partida. Por eso es necesario y recomendable documentarse sobre la época o mundo en el que se está jugando o leerse al menos un resumen de la ambientación del juego.

Así empecé yo en el rol. Viendo qué pasaba partida a partida y a medida que iba de mesa en mesa. Incorporaba a mi forma de jugar de manera consciente e inconsciente lo que creía que era más adecuado/cómodo para mi y para mis compañeros. Como no hay una forma única o correcta de jugar, juego como sé y me gusta.

Tu forma de jugar tiene que hacer que los demás tengan interés en la partida, quieran colaborar contigo y se cree una atmósfera de juego que haga que todo salga solo y de manera natural. Eso solo se consigue jugando y jugando, aprendiendo y aprendiendo. Lo conseguirás en una semana o en diez años. Con calma y buena letra.

Por eso mi último consejo o lección es que seas civilizado, paciente y tolerante. Sé educado y simpático. Eres responsable tanto de tu buena experiencia en mesa como la de los demás. Interésate y preocúpate por los demás personajes -aunque sin interferir o apropiarte de ellos-, como si fuesen el tuyo. Interésate y preocúpate por los demás jugadores, que no se frustren o tengan una mala experiencia, sino que ellos también quieran y deseen lo mejor para ti y tu personaje.

Espero que mi experiencia y mis consejos te sean útiles. Yo no tuve esos consejos, ni tenía Bastión Rolero y no salí tan mal, que conste :P

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